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Segunda línea de acción

 

PEDAGOGÍA DEL AMOR

 

EDUCAR PARA EL AMOR

 

Enfoque: Vivir la Pedagogía del Amor como nota característica de nuestra identidad, poniendo especial atención a los signos de los tiempos

En la presente reflexión buscaremos dar algunos elementos que nos cuestionen sobre la Pedagogíadel amor, buscando respuestas a las preguntas fundamentales sobre el amor humano y cristiano: ¿Qué fuerza, qué energía es la del amor humano y cristiano?  Afirmamos muchas veces que Dios nos ama, pero… ¿Cómo nos ama Él? ¿Qué características comunes tiene la pedagogía del amor para la Familia de Murialdo? 

 

1. Qué entendemos por pedagogía?

Dicho así, brevemente, pedagogía es el arte o ciencia de enseñar y su objeto de estudio, además de la formación, es estudiar la educación como fenómeno socio-cultural y específicamente humano.

Su etimología está relacionada con el arte o ciencia de enseñar. La palabra proviene del griego antiguo, de las raíces “paidós”, que significa “niño” y “agô” que significa “llevar o conducir”. Históricamente, ser pedagogo denotaba el trabajo o servicio de un esclavo de ser guía del niño en su ir a la escuela y regresar. 

Actualmente, pedagogía, como ciencia, es el conjunto de disciplinas filosóficas, psicológicas, sociológicas, metodológicas que estudian el hecho educativo.

 

2. El amor humano y cristiano

Para introducirnos al tema del amor y llegar así a ideas quizás más claras sobre la  “Pedagogía del amor”, citamos algunas afirmaciones de destacados autores y aprenderemos de ellos qué es el amor y qué necesitamos para amar. Al final del texto encontraremos la relación de los libros y de los autores consultados, cuyas citas omitimos aquí para facilitar la fluidez del texto.

Partimos de este principio: La sexualidad, en tanto componente del amor, es la más poderosa energía del ser humano. La sexualidad humana  - entendida sencillamente como todo aquello que hace que un varón sea varón y que una mujer sea mujer- es la aptitud para amar, es potencialidad y posibilidad de llegar a ser amor para otra persona; es la energía dinámica que impulsa hacia el otro y hacia Dios; es elemento indispensable para vivir como persona humana, llamada a construir en sí misma la semejanza con Dios, que es Amor. Es, por tanto,  una fuerza divina.

Las personas buscan la felicidad en el amor y éste solo puede permanecer cuando se lo regala. Sólo fluye si es regalado a quien amamos y a quien nos ama, y no solo a éstos, sino a todos los seres humanos. El amor compartido con más y más personas es camino de felicidad. El amor no estrecha nuestra vida, antes bien, le da amplitud y libertad.

De la poderosa energía del amor, amantes y apasionados, santos y menos santos sacan la fuerza, el entusiasmo y la alegría que únicamente brotan de un corazón que arde de amor. Cada persona tiene la imperiosa necesidad de amar y ser amado.

Toda la persona humana ha sido ya tocada y fascinada por el amor; pero también hay personas que han sido heridas porque su amor no ha sido correspondido o sufren la dolorosa experiencia de la indiferencia de parte de quien esperaban recibir amor.

 

3. Principios de vida aplicados al amor

Es importante que tengamos principios de vida porque implican una intención general y la aceptación del propósito que se deriva de cada principio. Por ejemplo, nosotros tenemos, entre tantos otros, un  principio de vida: “Hacer el bien y hacerlo bien”. Todos los que pertenecemos a la Familia de Murialdo conocemos este principio, que es general, y lo aceptamos como un propósito.

Jesús orientó toda su existencia por principios de vida muy claros y  podemos constatarlos en su respuesta a cada tentación del demonio: “¡No viviré para el placer y el poseer! ¡No viviré para el poder! ¡No abandonaré la responsabilidad de mi vida, de mis acciones, de mi misión aunque eso implique la cruz!”.

En cuanto al amor, es importante que los principios de vida sean claros, y en esa tarea nos ayuda la Encíclica del Papa Benedicto XVI Deus caritas est:  Él desarrolla el tema retomando las dimensiones del amor en el mundo griego clásico  definidas como “eros – philia- ágape”. Según cada principio de vida puede destacarse más una u otra dimensión.

La encíclica describe al eros como un amor ascendente, vehemente, posesivo, una fascinación por la promesa de felicidad, cercano a la pasión, al  enamoramiento, alnoviazgo, almatrimonio. Los profetas, sobretodo, Amós y Ezequiel, usan estas metáforas para expresar la pasión de Dios por su pueblo,  acentuando la fidelidad para ambas partes. El hombre responde viviendo en fidelidad al único Dios y se experimenta a sí mismo como quien es amado por Dios.

Ágape define un amor descendiente, oblativo, capaz de descubrir al otro, de ocuparse y preocuparse de él. Ya no se busca a sí mismo y ni su propia felicidad sino que desea el bien del otro y es capaz de la renuncia y del sacrificio por el otro.

No pertenece a la esencia cristiana el antagonismo entre eros y ágape porque lo más esencial del cristianismo quedaría desvinculado de las relaciones fundamentales de la existencia humana y apartaría al cristianismo del conjunto de la vida humana.

Juntos, eros y ágape realizan la esencia del amor. El eros, al encontrar al otro planteará menos cuestiones sobre sí mismo, sobre su propio bien y felicidad para buscar cada vez más la felicidad del otro y pasará a “ser para el otro”. El erosde Dios para con el hombre (un Dios apasionado, amante, fuerte en su amor) es a la vez ágape porque se da gratuitamente, totalmente. Es amor que perdona a Israel, que ha roto la Alianza, en vez de juzgarlo y repudiarlo. Es un amor tan grande y tan apasionado que no excluye enviar al mundo a su propio Hijo –expresión visible del amor del Padre.

“El hombre, dice el Papa, no puede vivir exclusivamente de amor oblativo, descendiente, no puede dar únicamente y siempre, también debe recibirlo. El que dona amor debe recibirlo como don”, realidad que Murialdo tuvo muy presente: “ El nuevo Rector… no anhela otra cosa que consagrarse al bien de ustedes; no tiene otra ambición que amarlos como hijos y ser amado por ustedes como un padre” ( Mss 30, 1232/3)

 

4. Consecuencias del amor o del desamor

En la imperiosa necesidad de amar y ser amados son evidentes ciertas consecuencias para la salud física, mental y espiritual:

·             El amor cura a quienes lo reciben y a aquellos que lo dan. Ayuda a la madurez humana. “La salud mental y emocional es la capacitad de trabajar y de amar” (Freud).

·             Es importante la experiencia del amor para ser capaz de amar y dejarse amar… El amor es una marca positiva, fundamental e indispensable en la formación integral de la persona.

·             Nadie llegará a ser persona equilibrada si no pasó antes por la experiencia del amor humano en su desarrollo, ese amor que es básico para descubrir, aceptar y vivir el amor de Dios.

·             Cada vez más los psicólogos estiman la capacidad de intimidad, de amar. Personas sanas aman, personas santas aman. El mandato de Jesús para que nos amemos unos a otros no es un “si quieres”, sino un imperativo.  

·             Las personas con pocas capacidades para relaciones amorosas con los demás, con el universo, con la vida, con las cosas… tienen más posibilidades de ser etiquetadas como psiquiátricamente enfermas. La evidencia experimental de los efectos dañinos de una vida sin amor se encuentra en el consultorio de cada psiquiatra, repleto de niños y adultos que no tienen conocimiento de su propio valor, ni sentido de identidad, que están llenos de resentimientos y temor, torturados por ansiedades.

·             El amor tiene precio, pero otras alternativas que no sean amor son mortales. Quien insiste en quedarse en las condiciones de seguridad personal y estabilidad, no estará dispuesto a pagar el precio del amor o a encontrar sus riquezas. Quien no se expone al amor, construye en sí una persona fría que no ama, que no se relaciona. La falta de amor, la falta de relaciones es ausencia del propio Dios.

 

5. Para saber si amo

Conforme el psicoterapeuta  Fr. Livio Panizza, se puede medir la capacidad de amar teniendo en cuenta la capacidad de:

·       Darse cuenta de que el otro existe, superando el indiferentismo, el narcisismo, el egocentrismo, el infantilismo.

·        Aceptar al otro tal como es, pero de forma dinámica, viendo en él la posibilidad de cambios, de evolución, de crecimiento. Percibir el bien que el otro es, lo  positivo que el otro puede ser;

·        Acoger al otro con la actitud de ir a su encuentro, ponerse al tanto de su situación y enfocar la atención en la necesidad que tiene el otro sin entrometerse indebidamente en su vida, sin invadir su privacidad.

·        Asumir el otro comprometiéndose con su destino, consumirse a favor de él, es morir para que otros tengan vida ( “no hay amor más grande que dar la vida por quien se ama”).

·        Incondicionalmente. En el campo del amor, no existe una tercera posibilidad: el amor o es incondicional o es condicional. El amor condicional no es amor, no es don, no es regalo sino intercambio. Mientras que el amor incondicional, y por eso mismo verdadero, es y será siempre un regalo gratuito.

El amor en todos los niveles tiene que ser incondicional. No puedo decir: Te amo hasta que…o mientras que…  o hasta cuando…

La cultura hedonista, tan de moda, se rige por el principio del placer, sin responsabilidad, sin compromiso personal y social; forma personas solitarias, mirando cada una para sí misma, sin proyectos duraderos y estables. Toma en cuenta el hoy, el gozo del instante.  El hedonismo cuenta con el criterio peligroso de me gusta, no me gusta… es peligroso porque desplaza la exigencia de amar que implica renuncias y sacrificios por aquellos a quien se ama. Implica privación, disciplina, carácter, entrega. Dice el papa: “Reducir el eros a puro sexo se convierte en mercancía, en simple objeto que se puede comprar y vender; el hombre mismo se transforma en mercancía”.

Y si queremos, aquí está una “señal de los tiempos”: ¡Tanto avance científico y tecnológico y tanta despersonalización, tanta deshumanización, tanto desamor! …tanta desestabilización familiar, tantas rupturas en las relaciones, tanta carencia de amor!

 

6. Amar con amor cristiano

En este punto, conviene considerar cómo Dios nos ama. Ya se recordó antes que el papa reconoce la fuerza de amor del eros y del ágape integradas en la forma como Dios nos ama. Y nos ama así: 

·            Dándose a si mismo en la Creación  - todo es energía divina participada -  y la mayor prueba de su amor es haber enviado a su Hijo Jesús, en quien tenemos vida en abundancia. “Dios amó tanto al mundo que le envió a su propio Hijo”.

·            Debajo de cada crucifijo, donde Jesús abraza a todos los débiles y heridos de este mundo deberíamos leer: “¡Esto es lo que quiero decir cuando digo que los amo!”. Es propio del amor compartir vida y el amor mismo y sólo pide abrirse a este amor de Dios, que es un regalo gratuito, incondicional, dado libremente, no ganado, no merecido o exigido por algún derecho nuestro. Dirá Murialdo: “Dios nos ama, no porque seamos buenos, sino porque Él es bueno”. Delante de este don no cabe otra opción sino la de escoger el amor como principio de vida. Nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es caridad (amor) y el que permanece en la caridad, permanece en Dios y Dios permanece en él” (1Jn 4:16).

·            Dándome la vida, las potencialidades de ser, los medios de desarrollo y crecimiento humano y en el camino de fe… Por ser obra de sus manos, Dios nos aprecia, nos quiere y nos ama personalmente. Me ama dándome las personas con quien comparto la vida, con quien me relaciono… en fin los bienes materiales, espirituales; los bienes de la mente y del corazón, las pruebas de la vida y los medios para superarlas.

·             Haciéndome capaz de amar:

o       a Dios, en primer lugar. Jesús no nos pregunta, como a Pedro, acerca de nuestra debilidad, sino acerca de nuestro amor. Pregunta sólo esto: ¿Me amas?

o       a los hermanos, con base, entre muchas otras, en la exhortación de Juan en su primera carta “Amémonos los unos a los otros porque el amor procede de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios... Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece  en Dios y Dios en él… Nosotros debemos amarnos, porque él nos amó primero”.

o       a la creación, porque ésta salió de las manos y del corazón de Dios y quien ama al Creador ama todo lo que tenga a ver con su creación. A propósito es bueno preguntarse ¿a dónde nos llevará ese desamor a la naturaleza, esa falta de cuidado a la Creación y la desconsideración a las leyes naturales?

 

7. Por una pedagogía del amor bien murialdina

En el amor está el fundamento de la Pedagogía murialdina, naturalmente inspirada en Murialdo, y que nació de su profunda experiencia de saberse amado por su gente, por sus hijos espirituales, por Dios y por ello, tan capaz de amar, de hacer el bien.

Nosotros sólo podemos practicar la pedagogía del amor si tenemos el corazón educado para el amor. Sólo puede educar quien se sabe y se siente amado, y así, y sólo así, seguramente seremos capaces de amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y al prójimo como “Yo los he amado”. Estaremos capacitados para bajar y lavar los pies, para levantar y servir, para gastar la vida, las energías y el tiempo donándonos a los demás y, sobretodo, a los últimos, para que tengan vida y la tengan en abundancia.Cuanto más pobre y más abandonado, más es de los nuestros”. O en las palabras del texto conclusivo del II Seminario Pedagógico Internacional de la Familia de Murialdo, Buenos Aires, 2008: “Iremos en busca de nuestros niños y jóvenes, sobre todo de aquellos más pobres, excluidos y en mayores dificultades, escuchándolos, dialogando y observándolos con la mirada de Dios. Nos educaremos recíprocamente. Entablaremos una relación educativa lo más personalizada posible sobre la base de los principios de la pedagogía del amor, “educación del corazón”…

Y por lo tanto:  “Construiremos espacios de comunión donde todos puedan tener la posibilidad de sentirse amados, escuchados, valorados y así tengan un hogar, sede de una familia según el modelo de Nazaret. Buscaremos que el trabajo de los educadores sea en unidad de intención y de acción, con un mismo corazón.  Una comunidad de amor donde el joven se sienta seguro, sereno, feliz. Un lugar donde haya una corresponsabilidad de acciones que le permitan crecer con ejemplos de respeto, de justicia, de solidaridad.

Una cita de la carta Circular a la Familia de Murialdo redactada por los respectivos superiores (mayo 2009) sirve como coronación del tema que venimos desarrollando:

La carta, además de reconocer que la Pedagogía del amor no es otra cosa que un suave reflejo de la pedagogía de Dios que condujo su pueblo hacia la plenitud de los tiempos para acoger al Mesías, nos da estas luces:

“Una propuesta tan elevada como esta de educar el corazón con la pedagogía del amor podría correr el riesgo de ser una utopía inalcanzable, cuando nos vemos dentro de las fatigas y las frustraciones cotidianas.

Sin embargo, este es nuestro camino y nuestro compromiso. Murialdo decía: “Todos los métodos son buenos: ¡basta que haya afecto y concordia en la acción!

La experiencia demuestra que el encuentro con el joven herido, sufriente, agresivo, pone en evidencia la fragilidad y los puntos débiles del educador. Él también tiene necesidad de sentirse acogido, de saber que pertenece a alguien, de tener cerca compañeros de camino. Es un muy difícil, quizás imposible, ser educadores… solitarios.

He aquí el por qué esta pasión educativa debe ser compartida en la vida de todos los días entre laicos, religiosos y religiosas que forman aquella célula de la Familia de Murialdo que vive y crece allí donde nosotros vivimos y que celebra su estar unida en torno al carisma también a través de la pasión compartida por la “pedagogía del amor”.

También acentúa que la Pedagogía del Amor “pasa a través de un aspecto teologal que en Murialdo se ha hecho sueño e incesante compromiso: “ne perdantur”. Amar es indicar el camino de salvación. Hay que liberar a los jóvenes de algunas realidades provenientes de la cultura de muerte, hoy en día tan difundida, de las violencias que hieren la dignidad de la persona, que destruyen la familia y perjudican a la sociedad. Salvar a través de la evangelización y testimoniando los valores eternos para que los jóvenes puedan encaminarse en senderos que conducen al encuentro con Dios. Este sueño, propio de Jesús y que Murialdo hizo suyo con pasión y celo, sea ahora el nuestro: “que nadie se pierda”. 

“¡La Pedagogía del amor, como acogida, presencia,  escucha, afecto es sello de identidad de nuestra familia murialdina!

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Ø      Benedicto XVI, Carta  Encíclica Deus Caristas est

Ø      Documento conclusivo del II Seminario Pedagógico Internacional de la FdM: Dejarse Amar para Evangelizar – Buenos Aires, Argentina, 2008

Ø      Carta Circular a la Familia de Murialdo – Mayo 2009

Ø      POWEL John, Amor Incondicional – amor sin límites, Editorial Diana, 14°  Impresión, México, Enero de 2006

Ø      PANIZZA  Livio, Psicoterapia Religiosa, Editora particular de Escola em Busca do Ser, 4° Edicão, Curitiba,Paraná, Brasil, 1990.  iden 1997

Ø      PANIZZA Livio, Volumen 2 – CONHECER a realidade humana e divina,  iden 1997

Ø      PANIZZA Livio, Volumen 3 – VIVER  a realidade humana e divina iden,  1987

Ø      PANIZZA Livio, Volumen 4COMUNICAR  a realidade humana e divina, iden 3ª. Edición, 1988

Ø      BUSCAGLIA, Leo, Cómo amarnos los unos a los otros – El Desafío de las Relaciones Humanas, Editorial Diana, 14ª.  Impresión, México, Enero de 2006

Ø      BUSCAGLIA Leo,  El Amor – La Experiencia más importante en la Vida, Editorial Diana, 1ª.  Impresión, México, Enero 1985

Ø      GRÜN Anselm, El libro de los Valores – Elogio de la vida buena, Editorial Sal Terae, Santander, 2007.

 

Hna. Cecilia Dall´Alba, Religiosa Murialdina

México, 13 de Julio de 2009

 


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